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La obra hace una traducción libre del espacio-habitación de la artista, que corresponde a las medidas de su departamento de residencia en París y que, como terreno fértil, fue retomado para la elaboración de un jardín que evidencia sus ciclos de vida y muerte, al tiempo que idealiza y plantea la utopía sobre el territorio. En éste, convergen diversas representaciones culturales que van desde el jardín francés, la tapicería oriental, las chinampas mexicanas hasta los kimonos japoneses.
La alusión a los jardines y lo doméstico plantean la posibilidad latente que se tiene de transformar y replantear el espacio como metáfora de crecimiento y fertilidad, ciclos, ritmo y cambio constante. Asimismo, la recuperación del cartón encontrado, subraya la pobreza y riqueza del material al tiempo que proyecta el lujo a bajo presupuesto. |