Esta serie de objetos son dispositivos de respuesta inmediata ante una infraestructura limitada, incapaz de responder a la velocidad de la demanda, que se revelan intensamente por los códigos de la cultura popular, como la escoba que suple la falta de un poste eléctrico, los carteles de cine que cubren las goteras de un techo en la época de monzón, la caja de carga que ha sido reparada por un cargador en un mercado de abasto.
Si bien el monumento menor tiene una naturaleza temporal, en ocasiones experimenta una última transformación que prolonga su existencia y rebasa la condición de desecho para alcanzar un estado de abandono cristalizado, casi intocable.
Extraído de lo ordinario, genérico y único a la vez, el monumento menor se convierte en indicador topográfico para la fijación de la memoria durante el viaje o errabundeo y se inscribe en una geometría triangular que llamamos “encuentro”: artistas apuntalando al paisaje, al objeto y al paseante. |